Aprovechando el éxito que ha tenido con la serie Drive to Survive, Netflix toma como pretexto el aniversario número 30 del debut en F1 de quien es considerado por muchos como el mejor piloto de la historia para presentar Schumacher, un documental basado en la vida del legendario heptacampeón alemán de Fórmula Uno, Michael Schumacher.
Codirigido por Hanns-Bruno Kammertöns, Vanessa Nöcker y Michael Wech (y más importante aún, autorizado por la propia familia del también llamado Kaiser), el documental pretende rendir homenaje a uno de los más grandes deportistas en la historia, que más allá de la polémica que siempre lo envolvió, ha dejado una huella que, para bien o para mal, ya lo tiene en los libros de las leyendas.

Desde su origen como hijo de una familia de escasos recursos, hasta el accidente que sufrió en diciembre de 2013 y que lo mantiene en estado prácticamente vegetativo, Schumacher muestra su debut en la Fórmula Uno y los dos primeros títulos mundiales que ganó con la escudería Benetton, pasando por sus primeros años de frustración en Ferrari hasta que se convirtió en el más ganador en la historia con 5 títulos consecutivos para la escudería del Cavallino Rampante (2000-2004) y siete en total (hazaña ya igualada por el británico Lewis Hamilton).
Sin embargo, Schumacher tiene un par de problemas esenciales que lo convierten en un producto pasable, y no en el gran documental que pudo haber sido: el primero tiene que ver con su narrativa. Plana, sin emoción, llena de huecos y con un trabajo de edición bastante pobre, muestra la historia de Schumi de una forma tan simple que en lugar de parecer un trabajo hecho por una gran empresa como Netflix, da la impresión de ser un trabajo más bien casero.

Más allá de si varios de los momentos presentados son veraces o no, el filme tiene algunas escenas e imágenes interesantes, y cuenta con la participación de algunos de sus contemporáneos (Mika Häkkinen, David Coulthard y Damon Hill, entre otros), así como una muy publicitada aparición de Sebastian Vettel (que no dura más allá de 20 segundos), pero el documental carece de impacto emocional.
Lo anterior está íntimamente relacionado con el otro problema que presenta: al estar autorizado por la familia del piloto, se muestra una versión deslavada o maquillada de lo que fue Schumi como piloto y persona. Las polémicas en las que siempre estuvo metido -como los dos «choques» que muy extrañamente tuvo y que le permitieron ganar sus dos primeros campeonatos-, así como su personalidad arrogante y fría en el mundo del automovilismo, o las «trampas» (muchos dirán «lagunas en el reglamento») de las cuales fue acusado y lo siguieron durante su carrera, son apenas mencionados de manera muy superficial, con la intención de lavar, de alguna manera u otra, su legado.

Falta mostrar el otro lado de Schumacher, el de la persona falible, con miedos, rencores. Aquí ese Schumi brilla por su ausencia. Poco se deja ver de su vida privada, salvo uno que otro flashazo, razón por la que es bastante complicado empatizar con el personaje.
Existe un brinco en el tiempo tan desastroso que poco se comenta del dominio que tuvo con Ferrari en el primer lustro del Siglo XXI, y tampoco se explica, hacia el final, qué fue lo que le pasó o cuál es su estado de salud actual. Si se es fan de la Fórmula Uno, se entiende perfecto qué fue lo que ocurrió, porque muchos incluso lo reportamos en medios de comunicación en el momento y en los meses/años subsecuentes, pero el espectador promedio, que no es fan, queda sin entender cuál fue el accidente que lo tiene en cama desde hace 8 años y con mínimos reportes de su evolución.
La vida de alguien tan éxitoso y polémico como Michael Schumacher daba para mucho más, quizá incluso para una miniserie. En el caso de Schumacher -el documental-, es quedarse con las ganas de descubrir a la persona, más allá del legendario piloto. Se puede ver, y si se es fan del automovilismo, es casi obligado. Pero en términos de producción y narrativa, es una oportunidad tristemente desperdiciada para conocer más a profundidad a uno de los grandes de la historia. Michael Schumacher merecía un mucho mejor homenaje.
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