La década de los 80 fue particularmente prolífica no nada más en la música, sino en el cine dirigido a los que en esos años éramos los adolescentes de la llamada Generación X, en la época pre-internet y redes sociales.
Una de las franquicias que marcó a toda esa generación fue, sin duda, El Karate Kid. Dirigida por John G. Avildsen (quien obtuvo el Oscar como Mejor Director por su trabajo en la primera cinta de Rocky) en sus primeras tres entregas, la historia de los personajes creados por Robert Mark Kamen se convirtió no solamente en un éxito de taquilla, sino en la manera como millones aprendimos acerca de valores como la amistad, el respeto, el honor, la disciplina, el valor y hacer lo correcto.
Con personajes entrañables como Mr. Miyagi (Pat Morita) y Daniel LaRusso (Ralph Macchio), la saga (para la que no incluyo la intrascendente cuarta cinta, The Next Karate Kid, en la que no participó Macchio, ni la fallida e infumable versión de 2010, con el hijo de Will Smith, Jaden, como protagonista) presentó en cada entrega diversas lecciones que iban más allá del karate, sino que eran aplicables a la vida en general. Cultura pop de fácil digestión, si se quiere ver así, pero que a final de cuentas causó un impacto que permanece hasta la actualidad y que ha tomado un segundo aire gracias a la serie Cobra Kai.
Producida originalmente por YouTube en 2018, y actualmente propiedad de Netflix, Cobra Kai retoma la historia de la rivalidad entre Daniel y Johnny Lawrence (William Zabka), 34 años después de los hechos del primer filme y mostrando el impacto que tuvo en ambos ese periodo de sus vidas.
Explotando la nostalgia por los 80, como lo han hecho de manera consistente y exitosa otras series como Stranger Things, Dark o Glow, Cobra Kai fue originalmente aclamada por la crítica cuando salió por primera vez en mayo de 2018, y llegó a ser considerada como una de las mejores del año. Ahora que Netflix le ha dado una visibilidad exponencialmente mayor que la que tenía en el servicio pagado de YouTube, se ha convertido en un fenómeno. Pero, ¿por qué?
La respuesta radica, principalmente, en su historia. Sus creadores (Josh Heald, Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg) han respetado a los personajes, sus motivaciones y, de hecho, los han hecho crecer en ese sentido. No son más los chicos adolescentes que tuvieron diferencias en 1984, sino un par de adultos que en apariencia son completamente opuestos, pero que en el fondo comparten más cosas de las que se imaginan.
Así, Cobra Kai muestra a ambos rivales con una tonalidad de grises emocionales que los llevan a dejar de ser “el bueno” y “el malo” de la historia, convirtiéndose en personajes tridimensionales, cada uno con un lado oscuro que los acerca. El aparente éxito que tuvo Daniel en su vida (es un exitoso empresario de la venta automotriz, tiene una guapa esposa y dos hijos adolescentes) solamente encubre los traumas que padeció durante su rivalidad adolescente con Johnny.
Para Daniel la vida es buena porque Johnny y Cobra Kai no existen en ella, pero en el momento que ambos reaparecen, su aparente estabilidad se resquebraja y comienzan a salir a la superficie los hechos que lo marcaron de manera negativa y que no ha podido superar y, mucho menos, perdonar. Ya sin la guía de Mr. Miyagi, Daniel debe confrontar por sí mismo a sus demonios y demostrar que las lecciones de vida que su querido amigo y mentor le dejó, sirvieron de algo.
Sin embargo, la parte más interesante (y el corazón de la serie) es la búsqueda de redención de Johnny. Al más puro estilo de Lost, la serie presenta diversos episodios en su vida que lo convierten en una persona con la que cualquiera puede identificarse: bulleado de niño, con un padrastro millonario y ausente, Johnny se refugió desde chico en el karate, aprendiendo y asimilando la agresividad del dojo Cobra Kai, liderado desde entonces por John Kreese (Martin Kove), quien se convirtió en la figura paterna y de aceptación que siempre necesitó. Johnny no fue un mal alumno, sino que tuvo un mal maestro.
La vida no ha sido fácil para él, quien de alguna manera se las ha ingeniado para sobrevivir durante todos esos años, marcado por la derrota que le infligió Daniel más de tres décadas atrás en el torneo de karate de All-Valley, ese aparente momento cósmico en el que se definieron las vidas de ambos.
A lo largo de los 20 capítulos de las dos temporadas que lleva Cobra Kai, se hace notoria la similitud que tienen sus vidas: ambos perdieron al padre y encontraron esa figura en sus respectivos sensei, quienes se distinguían por enseñarles no solo karate, sino la vida, con visiones opuestas (el “pega primero, pega fuerte, sin piedad” de la filosofía de Johnny vs. “el karate es sólo para defenderse” de Daniel). Si a eso se le agrega que en algún momento estuvieron enamorados de la misma chica, es fácil entender el porqué de su rivalidad. Son espejo el uno del otro.
Y eso es lo que le da sabor a la serie. Aquí Daniel por momentos intercambia papeles con Johnny y se vuelve el acosador, el patán, el estirado que cree que con tener éxito económico e influencias en la sociedad en la que se mueve, puede hacer las cosas a su antojo.
Lo mismo ocurre con Johnny, que si bien en un principio se inspira para revivir a Cobra Kai gracias a la arrogancia de Daniel, en el fondo quiere enmendar su vida y convertirse en un buen padre, lo cual pretende hacer a través de la figura de su adolescente vecino, Miguel (Xolo Maridueña), quien al igual que LaRusso décadas atrás, es un chico de buen corazón que es molestado por otros.
Las cosas, como suele ocurrir en la vida, se complican cuando el hijo de Johnny, Robby (Tanner Buchanan) termina siendo discípulo de Daniel y novio de su hija Sam (Mary Mouser), quien a su vez tuvo una breve relación con Miguel. Así, la rivalidad entre LaRusso y Lawrence se transmite a una nueva generación, con consecuencias inesperadas para todos.
La serie tiene varios elementos a destacar, como lo ágil de su argumento y edición (cada episodio dura menos de 30 minutos), el respeto a los personajes y lo que los motiva, así como un soundtrack que por un lado evoca perfectamente la década de los 80 (con AC/DC, Roxette, Whitesnake, The Alan Parsons Project, Poison, Foreigner, REO Speedwagon, Queen, Chicago y Bananarama, entre otros), y por otro es completamente actual ( Fifth Harmony, Bruno Mars, Yungblud, Amazing Police)
(Escucha las bandas sonoras de la Temporada 1 y Temporada 2)
A lo anterior se suma un sólido trabajo de su elenco (donde destacan de manera particular y grata lo realizado por Zabka, así como de Courtney Henggeler, quien da vida a la esposa de Daniel, Amanda, la voz de la razón en la historia), han hecho de Cobra Kai un fenómeno que no pretende ser más de lo que es: la continuación de una historia que forma parte de la cultura pop, y un clarísimo ejemplo de cómo revivir una franquicia de manera inteligente, divertida y, sobre todo, respetuosa de su fuente original (si tan sólo Star Wars hubiera seguido su ejemplo…).
Al igual que la saga que le dio origen, Cobra Kai está llena de lecciones de vida, siendo las más importantes, primero, que no se puede dejar que los errores del pasado determinen nuestro futuro, y segundo, que el cambio, la redención, es posible. Y eso, en una época de tanta división como la que vivimos a nivel social, político y personal, es un mensaje no solamente poderoso, sino extremadamente necesario.
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