Rock & Roma

En una entrevista para la revista Billboard, Lynn Fainchtein, encargada del soundtrack de la vanagloriada película Roma, dijo que la elección de canciones para el filme se basó en lo que sonaba en la radio mexicana en 1971, (año en que está situada esta historia biográfica del director Alfonso Cuarón) y que, obviamente, hiciera sentido con la escena en la que se incluiría.

Fainchtein también comentó que cuando ella tenía 10 años (es contemporánea de Cuarón, por lo que aplica con la misma época) no escuchaba por elección a Rocío Dúrcal sino a Led Zeppelin o AC/DC, pero que en las radios de la cocina o del automóvil no quedaba más opción que escuchar los éxitos populares del momento (¿será que por eso me sé todas las canciones de Juan Gabriel, José José, etc.?)

Además de la Dúrcal, el soundtrack de Roma incluye varios clásicos de la época como “Te he prometido” (Leo Dan),  “No tengo dinero” (Juan Gabriel), “La nave del olvido” (José José), “Gracias” (Rigo -es amor- Tovar), “Sombras” (Javier Solís), y “Mi corazón es un gitano” (Lupita D’Alessio), entre otros.  Este tipo de canciones eran las que, precisamente, sonaban en las radios de la cocina o el auto, provenientes de estaciones populares como Radio Variedades.

Retomando el comentario de la ex locutora de Rock 101 acerca de la elección de escuchar rock, y practicando ese siempre tentador ejercicio de la suposición, me imagino qué música hubiera sonado en Roma si en lugar de tener 10 años en 1971, Cuarón hubiera tenido entre 16 y 20 y, más aún, hubiera sido jipiteca (es decir, la mexicanización del hippie gringo, según el maestro José Agustín). Probablemente, entonces, hubiera escuchado rock hecho en México (por eso hice énfasis en ser “jipiteca”), que por aquellos meses de 1971 era de gusto clasemediero y aún no era ni censurado ni satanizado sino, todo lo contrario, estaba por experimentar su momento de esplendor con el Festival de Avándaro.

En el soundtrack de Roma vienen dos canciones representativas del rock mexicano de entonces:  “Ciudad perdida”, de La Revolución de Emiliano Zapata (de los mejores nombres en la historia del rock en México), y “La casa del sol naciente”, cover del maestro Javier Bátiz al clásico de The Animals. Pero, vayamos más allá, y en este juego de suposición me permito rescatar otras joyas de la que a la posterior sería la “generación perdida” del rock mexicano.

“Latin Feeling”, Peace & Love

Para muchos de los entendidos del rock mexicano, y que vivieron obviamente aquella época, Peace And Love fue LA BANDA. Originarios de Tijuana (como muchas bandas de entonces), tenían influencias de grupos gringos como Chicago por el uso de metales, pero con una toque latino al estilo Santana. Tendrían su máximo momento de gloria precisamente en Avándaro. Esta excelente rola de larguísima intro (casi dos minutos, y con seis cambios de ritmo en ese lapso de tiempo) fue/es su trade mark.

“Peregrinación satánica”, El Ritual

Otra banda originaria de Tijuana, El Ritual destacaba por su gran calidad y versatilidad musical, que lo mismo transitaba por el rock que por el hard que por la psicodelia o el jazz, como en esta canción. Personalmente me gusta mucho el trabajo del baterista Alberto Barceló, no solo en esta canción sino en general en toda su propuesta.

“Déjenme vivir”, Three Souls in My Mind

La banda de la leyenda viviente Alex Lora, en una de sus primeras versiones. Me encanta en especial esta rola por su densidad y por la inclusión de una flauta que contrasta con la pesadez del bajo del «Oso» Milchorena. Gran trabajo en la guitarra del entonces encargado Ernesto De León, al igual que la desgarrada voz del entonces chamaco Lora, de apenas 19 años.

“Caminata cerebral”, Love Army

Otros tijuanenses que eran de los macizos de la “onda chicana”. Liderada por el peculiar cantante «Pájaro» Alberto, estos soldados del amor le daban duro al rock, funk y jazz. Esta es sin duda su canción más conocida y representativa.  

“Eclipse”, Dug Dug’s

Junto con el “Brujo” Bátiz y La Revolución de Emiliano Zapata, los Dug Dug’s eran de las bandas ya consagradas en 1971. Originarios del estado mexicano de Durango (de ahí el nombre) estos vatos liderados por el maestro Armando Nava fueron los encargados de abrir el festival de Avándaro, y también de los pocos grupos que lograron sobrevivir la censura y represión al rock de los 70.